Se estima que un cuarto de la producción de Gases de Efecto Invernadero (GEI) proviene de la producción de comida, de la cual, la carne de rumiantes es por mucho la de mayor impacto. Esto se debe a que los rumiantes, como las vacas, liberan grandes cantidades de metano durante su proceso digestivo.
De acuerdo a García et al., una dieta vegana, que excluye cualquier alimento de origen animal, es la de menor impacto ambiental. Sin embargo, es posible reducir la huella de carbono al sustituir la carne por el pollo y el pescado, incluir en la dieta productos como quinoa y otras legumbres o consumir alimentos locales y de temporada.
Aquí les compartimos algunos datos interesantes:
Consumir pollo en vez de carne durante un año, puede resultar en una reducción de la huella de carbono de 400 kg de CO2e.
Realizar una comida vegetariana una vez por semana puede reducir el equivalente de GEI de manejar 1866 km.
Se estima que los productos orgánicos requieren en promedio entre 30-50% menos energía para su producción.
Del total de la producción de GEI relacionada al consumo de alimentos, se estima que la carne representa el 47.6%, mientras que los vegetales únicamente representan el 4.9% y la fruta el 3.6%.
Referencia:
Center for Sustainable Systems, University of Michigan. 2018. “Carbon Footprint Factsheet.” Pub. No. CSS09-05.
Garcia et al., (2018). Carbon footprint and nutritional quality of different human dietary choices. 1st ed. Elsevier B.V.